miércoles, 17 de junio de 2015

No me entiendas

Muchas veces cuando habla no le pide que la entienda. Le mira y con una sonrisa cálida, sutilmente, colorea la realidad; tapando las sombras que oscurecen su presente. 
Esas auras la acompañan, incansables, y a veces le impiden dormir. Con burdas estratagemas ha tratado de calmarlas y guardarlas en un cofre dentro de su ser. Tan dentro, que apenas puedan respirar. 
Pero todo esfuerzo es banal al descubrir que quien finalmente se ahoga,
siempre
Es ella.

Una vez decidió luchar, entablar batalla entre fantasmas y crecer hasta ganar. 

Se quedó en intento.

Se armó de valor para, al menos, conocer a quienes perturbaban sus noches. Las bautizó como fracaso, miedo, inseguridad, odio y desconfianza. Desde temprana edad, eternas compañeras que se alimentan segundo a segundo de cualquier destello reflejado en su vacío. 

Ahora sabe que no guían a cualquiera. Es consciente de la incredulidad que generan en otros cuando a su lado se presentan, y por eso, ella no le pide que la entienda. 



domingo, 17 de mayo de 2015

Llamada al despertar.

Supongo que para ti todo era más fácil. Eran otros tiempos, otras preocupaciones. Tal vez no más fácil pero sí distinto. No estabas coaccionado por los estudios, el dinero o la velocidad del "progreso". El tener un estatus social no era tan determinante para vivir. Sí que podía facilitar la existencia, pero no se hundía el mundo bajo tus pies si no poseías un cierto nivel. Ahora es obligatorio destacar. ¿Cómo? Como sea. Incluso pisando a los demás. 

Yo lo llamo codicia, obsesión, imagen y ambición. En la sociedad actual hemos llegado a un punto en el que nos encanta materializarlo todo, incluso los sentimientos. Si no "los tienes" o te "falta" alguno ya no eres nadie. El tiempo ha seguido los mismos pasos, y nos ahogamos entre los minutos perdidos.
- "Hay que aprovechar al máximo el poco tiempo que nos proporcionan los segunderos". Oirías decir. 
Vale, tal vez no los segunderos pero sí las 24 horas. 

Hemos cambiado la tranquilidad y la naturaleza del hombre por el ajetreo y las ansias de tener. Estamos condicionados por el entorno y la sociedad, dejando un breve margen de actuación a nuestra libertad individual. 

Empiezo el día rodeada de apuntes, gritos o estrés, y lo termino de la misma manera. He perdido las ganas de seguir formando parte de esta superflua rutina que lleva a una teórica felicidad.
Seguramente no sea hoy pero sé que lo haré. Cogeré mi macuto, las cenizas de la desaparecida ilusión y una cámara. Muy pronto, cuando no pueda más, compraré un billete e iré a los lugares más remotos del Sudeste Asiático para intentar rozar la felicidad y descubrir cuál es mi función aquí. Necesito respuestas, necesito una razón para seguir... me niego a renunciar a mi salud o alegría para perder parte de mi vida estudiando, llegar a un trabajo que absorberá el resto de mis fuerzas hasta los 67 años, y a partir de ese momento ser libre. Me niego a consumirme espiritual y físicamente hasta que la muerte nos separe.

Sé que me entiendes porque hiciste lo mismo. Debe ser que las almas libres no pueden vivir enjauladas. Tal vez la inquietud nos pueda y nos lleve a un futuro incierto lleno de peligros... pero no parece que tú hayas tenido esa suerte. Por lo que veo has encontrado ese destino que creías desaparecido.

Espérame.

martes, 30 de diciembre de 2014

Calles de Madrid

¿Sabes? Aquel día me hiciste feliz. Muy feliz.
Al principio no distinguía los sentimientos y el nerviosismo me recorría el cuerpo como si tuviese diez años. En el teatro rogaba que deslizases tu mano sobre la mía. Te buscaba, pero tenía miedo de dar un paso en falso y estropearlo. Tú lo veías demasiado claro; para mí todo estaba oscuro. Tal vez, el haber estado tanto tiempo sin compañía me hacía dudar de lo que sentías o querías. 

Contaba los segundos que quedaban para que saliésemos de allí. La obra duplicaba su duración y yo me estremecía cada vez más. Cuando todo acabó y sugeriste que otro día podríamos repetir, me sentí viva. 

Salimos entre risas y críticas ajenas. - ¿Qué hacemos? - pregunté. - ¿Nos perdemos por Madrid?
Ninguno tenía tiempo pero quisimos consumirlo hasta el último aliento. Los instantes se tornaron horas y, como si estuviese visitando la ciudad por primera vez, me dediqué a observar los edificios muy detenidamente. Pequeñas manías que permanecen durante años.

Delicados acercamientos aumentaban el miedo a empezar algo nuevo. Disfrutábamos la noche y, seguramente, tú te sumías en una gran desesperación mientras yo trataba de luchar contra los temores y la inseguridad. ' Sólo somos amigos...' - Pensaba.
Tras dos horas resumidas en suspiros, nos despedimos. Prolongamos el adiós hasta que tímidamente, sin saber si era lo correcto, nos fuimos acercando. Un beso.

- Podríamos quedarnos media hora más... - Susurramos.
Y subimos. Recorrimos las calles y nos ocultamos en un pequeño callejón.
- ¿Sabes? En la primera clase de música me fijé en ti.








"Eso sólo te lo dijo porque estabais juntos. Yo también inventaría frases para halagar a alguien. ¿Se puede saber qué te ha demostrado? No os iréis de viaje, no volveréis al teatro ni se acordará de las promesas. Él es así."



Visita de un veterano al antiguo frente

22 de julio de 1922

"... Bajamos por la calle donde vi cómo mataban a un buen amigo, pasamos por delante de las feas casas hacia el coche, cuyo dueño no habría tenido nunca un automóvil de no ser por la guerra, y me pareció que todo aquello había sido una tontería. Había intentado reconstruir el pasado para mi mujer y había sido un completo fracaso. El pasado está tan muerto como un disco de vinilo roto. Perseguir ayeres es un mal plan, y si necesita comprobarlo, regrese a su antiguo frente." 
Ernest  Hemingway